Podemos pensar que la economía se basa en la materia y la energía como se ha nombrado desde la revolución industrial, como si la interpretación de la naturaleza de esta sociedad industrial fuera sobre los medios de producción. Pero desde el siglo XX los grandes economistas ya estaban señalando como toda la sociedad se basaba no en el capital, los recursos naturales, o el trabajo, sino en el conocimiento. Si hay conocimiento pueden obtenerse los demás factores de producción; el conocimiento paso hacer una utilidad para obtener resultados económicos.
La economía tuvo que adaptarse a que el recurso más preciado del mundo fuera algo inmaterial, por eso las costumbres, las reglas, las habilidades para poder capturar, preservar, descubrir y explotar la información son ahora lo más importante, como bien dijo Walter Wriston, el ex presidente de Citybank. El problema del recurso de la información es que en vez de escasear es excesivamente abundante lo que trae como consecuencia que escasee lo que la consume, es decir, la atención. La atención humana es la que le da sentido a la información, la que convierte los “datos” en “información”. Pero dada la abundancia y accesibilidad de la información se da un giro conceptual que considera que ahora la información es ese sujeto que compite por la atención humana. Por supuesto, que realmente no es un sujeto que consuma pues carece de conciencia.
Sin embargo, gracias a este giro nace el concepto de economía de la atención donde la atención es un bien, el cual, mediante la cuantificación y la gestión eficiente de la exposición a contenidos publicitarios, se genera recursos económicos, mediante la comercialización a terceros. Es decir, la atención es la nueva moneda que, en todo caso, una vez que se a creado, el mensaje se manifiesta de una forma independiente y por eso, es que tomamos la información como un sujeto que compite por el acceso a la atención humana.
Esto lo podemos ejemplificar más fácil si nos preguntamos ¿Cuánto tiempo pasamos en las plataformas digitales o redes sociales? ¿Cuándo te levantas o estás trabajando y suena una notificación en tu celular cuánto tiempo quedas enganchado? La atención de las personas está enmarcada en el tiempo diario limitado de 24 horas al día, más la capacidad que tenemos cada persona para mantenernos enfocados en lo que se está consumiendo. Y dado que tenemos más tiempo libre que las personas del siglo pasado, pasamos por el síndrome de la inmediatez, es decir, deseamos que la información sea rápida y precisa para que no nos tome mucho tiempo entenderla, lo que hace que cada vez sea más difícil mantener la atención de los usuarios en algo, en consecuencia, se convierte para la economía una busqueda a través del Big data para saber cómo retener y conseguir que la atención de las personas dure mucho más. A mayor tiempo de atención, más probabilidades de que compremos o consumamos el producto que se nos está ofreciendo. Atención es igual a ganar.
Todo lo anterior lo entendió muy bien el mundo digital, y en especial las redes sociales. Para esto convirtieron estas plataformas en un hábito más, por ende, muchas de estas tienen opciones de “autoplay” en la que se puede ver inmediatamente después un video o un capítulo de alguna serie apenas finalice el que se estaba viendo, o el “scroll” en el que sigue cargando o se desliza para seguir viendo contenidos o fotos sin fin. Pero detrás de todo esto hay estudios psicológicos que atienden al ingrediente principal de esta economía de la atención, que no es más que el químico que produce nuestro cerebro llamado dopamina, aquel que nos da la sensación de placer o felicidad. Lo que significa que estas plataformas funcionan igual a las drogas, ya que poco a poco buscamos más contenido que nos haga sentir esas sensaciones. De manera que la mayoría de las cosas cotidianas, como comer o trabajar, se hacen al mismo tiempo que se ve la pantalla del celular.
Estas redes sociales utilizan el modelo de financiamiento que está en la cabeza en este momento, que se trata de financiamiento por publicidad, que ya se hacía en medios tradicionales como la radio o la televisión, pero que ahora también se basa en vender información a las empresas para transformarla en contenido de consumo garantizado. En pocas palabras, ya que no pagamos nada por consumir estas redes sociales o plataformas, somos el producto que la economía consume.
Ahora bien, ¿cuál es el verdadero problema? Algunos expertos adjudican a que la mezcla de la adaptación del modelo económico, la comercialización de datos privados y, la masificación del smartphone el desencadenante de los problemas derivados del consumo de contenidos digitales. En vista de que, los smartphones permiten una conexión permanente, algo que antes no se podía lograr con el computador o el televisor, no hay límite de horas para intentar capturar la atención de las personas y sus datos personales. Lo que hace que se pase de que sea una costumbre tener la atención en estas plataformas, a que sea una adicción, al intentar ya no provocar reacciones sino emociones. Las emociones se convierten en el vínculo más eficiente para que un mensaje tenga la mejor rentabilidad económica. El filósofo Byung-chul Han discute constantemente este aspecto en su psicopolítica, diciendo:
“No el valor del uso, sino el valor emotivo o de culto es constitutivo de la economía del consumo. […] Es ahora cuando la emoción se convierte en medio de producción. […] La aceleración de la comunicación favorece su emocionalización, ya que la racionalidad es más lenta que la emocionalidad. La racionalidad es, en cierto modo, sin velocidad. De ahí que el impulso acelerador lleve a la dictadura de la emoción. […] Las cosas no se pueden consumir infinitamente, las emociones en cambio, sí.”
Esto se vuelve un problema cuando en vez de controlar nuestro tiempo libre, pensamientos y emociones, son controlados por este mundo digital, sin pensar en que la información alimentada por las acciones de los usuarios puede llevarlos a ver el mundo de forma acrítica, lo cual es muy peligroso en todos los aspectos políticos y sociales. Debemos recordar que ser el producto mediante nuestros datos personales, puede ser utilizado para muchas más cosas que solo vender productos. Cuando las personas no cuestionan su mundo alrededor se vuelve más fácil caer presas de un solo pensamiento de quien tiene el poder de esta información.
Pero además de esto y no menos importante es que la mayoría de personas consumen información de forma desenfocada, lo que genera altos niveles de improductividad, perdida de autoestima, y un impacto en la salud mental al no poder cumplir metas o sueños por la cantidad de estas distracciones, o por ver el mundo a través de estereotipos y vidas que no son reales completamente, lo que crea vacíos en como las personas nos percibimos. A saber, una nula tolerancia a la frustración. Estamos dejando de vivir en un mundo real para pasar a una vida virtual que nos aporta gratificaciones muy efímeras. Entonces conectamos mejor con una pantalla que con las personas.
Se podrían numerar y llegar a muchas reflexiones sobre la problemática y las consecuencias de esta economía de la atención, hechas por toda clase de expertos y áreas del conocimiento, pero también debemos contemplar las soluciones. Ante este panorama, lo más importante es ser conscientes de cómo estamos utilizando nuestro tiempo, de cómo afecta en nuestra vida personal y en la relación con los demás el tiempo que pasamos navegando en estas plataformas. Generalmente y teniendo presente estos problemas los smartphones suelen tener en su configuración un resumen del tiempo que gastamos diariamente a cada aplicación, lo ideal sería que comenzáramos revisando esta configuración.
Después de esta revisión debemos ser muy honestos con nosotros mismos y analizar de qué forma nos ha afectado el tiempo que hemos pasado en estas aplicaciones, que hemos dejado de hacer por navegar en ellas. Debemos ser críticos y aprender cómo funcionan los algoritmos de las redes sociales, debemos alfabetizarnos digitalmente. Necesitamos una educación más consiente sobre el uso de las diferentes plataformas, al entender que los objetivos de las mismas es crear esa adicción, y quizás esto pueda sonar alarmista, pero el mismo concepto de economía de la atención apunta a este objetivo.
Entonces necesitamos aprender y tener conocimientos de la tecnología para poder detectar los pensamientos irracionales y detenerlos. Posiblemente si nos hacemos consientes de estos problemas y de la cantidad de horas que pasamos en las redes sociales, necesitamos una desintoxicación por un tiempo para hacer cosas que hemos dejado de hacer o aterrizar en nuestra vida real. Esto significa establecer un horario para revisar estas aplicaciones, debemos aprender a modular el tiempo, poniendo un límite de horas, pensando en dejar el suficiente tiempo para los deberes, la familia y hasta el descanso, que erróneamente se cree que descansar es estar de aplicación en aplicación. A veces quizás tendremos que eliminar estas apps por completo por unos días o semanas, esto puede ser de ayuda siempre y cuando no nos afecte a nivel personas, prestemos atención si tenemos problemas para dormir, si nos encontramos irritables, o nos sentimos aprensivos. Si todo lo anterior resulta demasiado complicado podemos buscar ayuda profesional, identificar esto como un problema de ansiedad o algo parecido, para darle seguimiento.
Tendremos más conciencia de las cosas anteriores si comenzamos a valorar nuestra atención. Dado que nuestra atención es el producto de esta economía, pues debe valer la pena a qué o a quién se la damos. Tenemos la responsabilidad de entender que, nuestra vida se va en un abrir y cerrar de ojos, y que es realmente valiosa. Entonces seamos consumidores consientes y responsables, al decidir a quién, dónde, para qué, cuándo, por qué damos nuestro estimado tiempo. Para que como dice Aldous Huxley no suceda “un mundo en el que ves de todo, pero no haces nada”. Si desarrollamos mejores hábitos, podemos tener el control sobre nuestra vida, una más autónoma.
En conclusión, el uso excesivo de la información dada por las redes sociales y otras plataformas, ha reducido el tiempo de atención, a tal punto que se estima que las nuevas generaciones solo se concentran 9 segundos, un poco menos que el nivel de concentración de un pez. Desencadenando varios problemas en las relaciones sociales, emocionales, culturales y políticas para la humanidad tanto para el presente inmediato, como para un futuro cercano. Se hace urgente no subestimar el poder la tecnología, la cual tiene un poder impresionante y se nos está saliendo de las manos, por no comprenderla. Demos más valor a nuestro tiempo y al control de nuestra vida, desde una autocrítica necesaria.
Después de lo anterior parece que estamos frente a un panorama oscuro, sin cosas positivas que sacar de estos avances tecnológicos. Lo cual no es cierto, la inmediatez de la información también traduce cosas que nos han ayudado y nos sirve si las sabemos aprovechar. Tenemos un gran acceso a la información que permite, que muchas más personas que antes no podían acceder a ella, ahora puedan, lo cual convierte al mundo en estos aspectos en un poco más equitativo en cuento a la educación. Esto es una ventaja que tiene los estudiantes al contar con muchas herramientas y facilidad de consulta y aprendizaje, lo cual estaba destinado tiempo atrás solo para las personas con grandes recursos económicos.
Además, ya que las empresas se empeñan en captar nuestra atención, se esfuerzan mucho más por generar contenidos útiles y de valor para diferentes aspectos y profesiones, a los que podemos aprender a sacarles el mejor provecho. También en el ámbito de la información de nuestro contexto social, tenemos más probabilidades de tener acceso a diferentes medios de comunicación y que dicha información no sea sesgada solo por un pensamiento, donde se pueden contemplar diferentes opiniones.
Lo que tenemos que hacer es aprender a manejar no solo nuestro tiempo, sino a la información valiosa que tiene la nueva economía con el mundo digital. En esta nueva era también hay muchísimas personas, entidades y hasta empresas que se esfuerzan por darles un gran uso a las herramientas tecnológicas, de modo que logran atraer donaciones para muchas personas, mejor educacion, noticias no parcializadas, oportunidades para personas que antes jamás las tendrían, etc. Si sabemos buscar y educarnos en cuanto a como es la mejor manera de utilizar las redes sociales o las plataformas, encontraremos que los beneficios pueden ser muy diversos.
Suscríbete a nuestra comunidad y sigue aprendiendo.